That Pig of a Morin
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MorinAbstract
Eso, amigo mío −dije a Labarde−; ¡esas cuatro palabras que acabas de pronunciar, «ese cerdo de Morin»! ¿Por qué diablos nunca he oído hablar de Morin sin que se le tratase de cerdo?
Labarde, hoy diputado, me miró con ojos de gato asustado.
—Pero ¡cómo! ¿No sabes la historia de Morin? ¿Y tú eres de La Rochelle?
Confesé que no sabía la historia de Morin. Entonces Labarde se frotó las manos de satisfacción, y comenzó su relato. (...)