Amor “de transferencia”

Autores/as

  • Carlos Sopena

Palabras clave:

amor, objeto de amor, amor de transferencia, deseo, alucinación

Resumen

La pulsión sexual se constituye como tal con la pérdida del objeto, que se produce cuando la pulsión se liga a un representante psíquico, El deseo es la representación incesante del objeto que falta y que ningún encuentro en la realidad puede satisfacer. Hay una brecha entre el objeto alucinado del deseo y el objeto de la percepción, diferencia que es el producto de la división del sujetó en sujeto de la percepción y sujeto del deseo. En el amor el sujeto dividido trata de ser uno con su objeto, llenando el vacío que deja la insatisfacción sexual. La persistencia del investimiento del objeto es el corolario de la persistencia del deseo insaciable. El amor cubre el deseo pero no se libra de sus efectos; el objeto del deseo queda cubierto, fusionado con el objeto del amor e incluido en la cobertura. Es tarea del análisis volver a hacer la separación entre el objeto del amor y el del deseo. El amor está entre la representación y la palabra. El ideal amoroso es una forma, una figura imaginaria, a la vez que es tributario de un discurso circulante en la sociedad que da definiciones del amor en los relatos de historias amorosas en que el amor se inspira. Amor es un acto de desprendimiento libidinal y de relación a la castración al mismo tiempo que un intento de restitución de la completud narcisística perdida, viniendo el objeto a sustituir un ideal propio no alcanzado. La transferencia amorosa irrumpe en el análisis cuando el paciente queda siderado por la proximidad de lo "reprimido traumático. Es desencadenada por un acontecimiento de palabra, sea porque el paciente ha dicho algo que no quería decir o por una interpretación inesperada. Si el ser es perdido por la palabra que alude al deseo reprimido, el espejismo del estado amoroso lo restituye en lo imaginario. El amor de transferencia es demanda de ser amado. Pone al analista en el lugar del ideal del yo del paciente, que trata de volverse amoroso a la mirada del analista y de fijar una imagen ideal de sí mismo. El fracaso del intento de satisfacer las exigencias del ideal por el rodeo del amor y la mediación del analista, puede conducir a una identificación del yo con el ideal -yo ideal- y a la exigencia, esta vez del paciente, de un reconocimiento absoluto de la realidad de su amor. Enfrentado a la realidad del amor el analista tratará de devolverlo a la escena de la fantasía, transformando la puesta en acto en puesta en escena. Empieza por suponer que ese amor es de transferencia y aguarda sin apresuramientos la oportunidad que le permita vincularlo con otros amores dé su paciente. No porqué vaya a encontrar en ellos el origen del amor de transferencia sino por la necesidad dé restablecer un movimiento, de hacer circular el amor en el tiempo y en las palabras para que pueda decir lo que quiere decir. El amor es utilizado por la resistencia desde el momento que el paciente defiende tenazmente la realidad de su amor, negando la ficción que vehicula la verdad y con la que necesariamente trabaja el analista. Es porque tiene pensamientos que pueden llegar a ser formulados que el amor de transferencia es algo más que una construcción imaginaria y algo más que una resistencia. La transferencia amorosa es un recurso a viejas coartadas regidas por el principio del placer y tendientes a conjurar la insatisfacción, pero es desencadenada por la conmoción producida por la proximidad de lo reprimido traumático y no por el empuje de los antiguos amores sobre el presente.

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Biografía del autor/a

  • Carlos Sopena

    Psicólogo, se formó en Uruguay y actualmente trabaja en Madrid, siendo miembro titular .de la Sociedad Psicoanalítica de Madrid. Ha publicado varios trabajos en esta Revista.

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Publicado

1980-01-01

Cómo citar

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