Mala fe, identidad y omnipotencia

Autores/as

  • Madeleine Baranger

Resumen

El punto de partida del trabajo es un fenómeno que se presenta a primera vista en la práctica analítica como una forma particular y sutil del incumplimiento de la regla fundamental. Los mecanismos disociativos son utilizados para tender una trampa. La finalidad parece ser disimular el punto de urgencia y hacer desviar la interpretación. La situación analítica en su totalidad
es comunicada con una distorsión destinada a producir un desajuste en la percepción de la situación y la actuación del analista sobre ella. Esta distorsión impuesta a la situación analítica refleja una distorsión equivalente de la vida y del Yo. La mala fe aparece como un rasgo caracterológico, pero no constituye un rasgo aislado, sino que abarca a la persona en su totalidad y llega a ser una modalidad de su vida. El Yo se estructura, además de hacerlo a través de los procesos biológicos de maduración orgánica, por las introyecciones sucesivas, que se integran en la estructura del Yo y contribuyen a la formación de su carácter. En la mala fe,
parece que estas introyecciones proporcionan al Yo máscaras, y no rasgos. La mala fe parece corresponder a un estado de inestabilidad interna del Yo: una multiplicidad de identificaciones no sedimentadas, contemporáneas y contradictorias, que hace que el paciente se viva y se presente como varios personajes, sin que pueda saberse quién es él auténticamente. La descripción enomenológica que hace J. P. Sartre de la mala fe y de la inautenticidad en “El Ser y la Nada”, a pesar de las diferencias de terminología y de las oposiciones teóricas de fondo, proporciona una serie de datos valederos del punto de vista analítico: la mala fe es una situación o estructura psíquica desvaneciente, oscilante entre mentira y sinceridad; se presenta como una fuga frente a la angustia y como rechazo de la elección comprometedora de uno mismo y de sus objetos; implica una situación de inautenticidad del Yo frente a sus personajes internos y frente a sus objetos, impidiendo todo contacto real del primero con los últimos. El fenómeno de la mala fe parece así ás delimitado, pero falta entender su finalidad y sus mecanismos. Tanto la observación corriente como las conductas de los pacientes en el análisis muestran que la mala fe aparece en situaciones donde el sujeto siente su omnipotencia en peligro. El paciente huye de una situación de persecución tratando de presentar sucesivamente máscaras distintas, pero vacías. La mala fe aparece básicamente como un juego proteico entre personajes internos divididos, destinado a mantener la omnipotencia.
En la mala fe, se encuentran dos tipos de omnipotencia: por un lado, el mecanismo creador de metamorfosis, fantasmas y espejismos; y también la omnipotencia de la parte defendida del Yo que utiliza este mecanismo. La omnipotencia de la mala fe es ambigua. El sujeto necesita engañarse a sí mismo al mismo tiempo que engañar al objeto, lo que indica una proximidad
muy grande de ambos. En este plano, la mala fe aparece como un intento de burlar al Super-Yo. El Yo se defiende del Super-Yo por un manejo de identidades múltiples. La mala fe parece relevar en última instancia de la psicopatología de la idealización. Proviene de la incapacidad del Yo para superar una vivencia de desilusión con el objeto primitivo —el pecho— lo que impide la síntesis tanto
del objeto como del Yo, y el acceso acabado hacia la posición depresiva. Como una parte del objeto perseguidor primitivo permanece no sintetizada ni mitigada, una parte del Yo conserva la omnipotencia del objeto idealizado asimilado en ella, y se defiende del objeto perseguidor mediante una técnica específica. Ha perdido la confianza en los objetos reales o ideales del mundo
externo. Se encuentra frente a un Super-Yo distorsionado y contradictorio. Para conservar su omnipotencia, no tiene más remedio que utilizar su propia disociación para burlar los perseguidores y el Super-Yo. Con este fin, utiliza sus inautenticidad en “El Ser y la Nada”, a pesar de las diferencias de terminología y de las oposiciones teóricas de fondo, proporciona una serie de datos
valederos del punto de vista analítico: la mala fe es una situación o estructura psíquica desvaneciente, oscilante entre mentira y sinceridad; se presenta como una fuga frente a la angustia y como rechazo de la elección comprometedora
de uno mismo y de sus objetos; implica una situación de inautenticidad del Yo frente a sus personajes internos y frente a sus objetos, impidiendo todo contacto real del primero con los últimos. El fenómeno de la mala fe parece así más delimitado, pero falta entender su finalidad y sus mecanismos. Tanto la observación corriente como las conductas de los pacientes en el análisis muestran que la mala fe aparece en situaciones donde el sujeto siente su omnipotencia en peligro. El paciente huye de una situación de persecución tratando de presentar sucesivamente máscaras distintas, pero vacías. La mala fe aparece básicamente como un juego proteico entre personajes internos divididos, destinado a mantener la omnipotencia. En la mala fe, se encuentran dos tipos de omnipotencia: por un lado, el mecanismo creador de metamorfosis, fantasmas y espejismos; y también la omnipotencia de la parte defendida del Yo que utiliza este mecanismo. La omnipotencia de la mala fe es ambigua. El sujeto necesita engañarse a sí mismo al mismo tiempo que engañar al objeto, lo que indica una proximidad muy grande de ambos. En este plano, la mala fe aparece como un intento de burlar al Super-Yo. El Yo se defiende del Super-Yo por un manejo de identidades múltiples. La mala fe parece relevar en última instancia de la psicopatología de la idealización. Proviene de la incapacidad del Yo para superar una vivencia de
desilusión con el objeto primitivo —el pecho— lo que impide la síntesis tanto del objeto como del Yo, y el acceso acabado hacia la posición depresiva. Como una parte del objeto perseguidor primitivo permanece no sintetizada ni mitigada, una parte del Yo conserva la omnipotencia del objeto idealizado asimilado en ella, y se defiende del objeto perseguidor mediante una técnica
específica. Ha perdido la confianza en los objetos reales o ideales del mundo externo. Se encuentra frente a un Super-Yo distorsionado y contradictorio. Para conservar su omnipotencia, no tiene más remedio que utilizar su propia disociación para burlar los perseguidores y el Super-Yo. Con este fin, utiliza sus máscaras y personajes, y como Proteo, huye de una forma a otra para eludir su propia definición.

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Referencias

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Publicado

1963-01-01

Cómo citar

Mala fe, identidad y omnipotencia. (1963). Revista Uruguaya De Psicoanálisis, 5(2-3), 199-229. http://publicaciones.apuruguay.org/index.php/rup/article/view/450