La angustia laberíntica

Resumen

Trabajo presentado en el 3er. Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis en Santiago de Chile el 22 de enero de 1960

Según Freud, el laberinto simboliza la angustia de nacimiento. El propio Freud nos relata una vivencia de laberinto: al querer escapar de un barrio habitado pon prostitutas, se pierde en intrincadas callejuelas, no encontrando salida. Vuelve repetidamente al mismo lugar, hasta que el sentimiento de lo siniestro se apodera de él, paralizándolo. La angustia laberíntica es la confusión frente a la pesadilla adentro del espacio siniestro. El fracaso de la posición esquizoide origina, como consecuencia de la continuidad genética de psicosis, perversión, neurosis, la condensación de tres angustias: la confusión, la pesadilla y la topofobía. El fracaso de la disociación esquizoide origina la angustia confusional al quebrarse la dialéctica entre los opuestos: persecución e idealización. Lo siniestro —al perderse la protección que da el objeto idealizado— es también el pánico paralizante cuando ya no hay objeto perseguidor del que huir. Con la ruptura de la unidad dialéctica de la triada oral (el comer, el sen comido y el dormir) surge la “náusea” sartriana en medio de lo “viscoso”, causando el insomnio por una angustia sin descanso en el laberinto pantanoso. El laberinto es la morada del Minotauro, el monstruo con cuerpo humano y la cabeza de un toro. El objeto perseguidor interno, constituido por la envidia del falo materno, transforma el esquema corporal en laberinto. Cuando la pareja combinada (confusión del objeto) malogra la integración del esquema corporal, el sentimiento de confusión origina los ritos laberínticos de la perversión sexual.
Mediante la represión original, es decir la transición del proceso primario al secundario, aparece la situación consciente del estar-en-el-mundo. El espacio’ existencial se constituye como punto de vista, horizonte, camino. Al fracasar la represión, el espacio onírico invade el ser-en-el-mundo, causando la angustia la-beríntica propiamente dicha. La pérdida del camino de la intersubjetividad causa la angustia confusional de desamparo absoluto en el laberinto. Al esfumarse los límites del cuerpo surge el vértigo agorafóbico frente a la pantalla siniestra. La extinción del tiempo causa el pánico claustrofóbico hundirse en la caverna de la eternidad.